jueves, 9 de noviembre de 2017

Me has costado altura y morfina.
Un golpe seco.
Una nuca desnucada y un ojo morado.
Una dentadura sin dientes y un paladar ensangrentado.

El precio a pagar ha sido caro pero mi libertad no se costea, y aún así me has costado.

Me has costado noches en colchones de cleenex, pastillas mezcladas con alcohol barato (alguna que otra recetada) y una larga temporada de depresión.

Me has costado un olvido en sexo's de una noche, la perdida de memoria que me recuerda que no quiero recordarte y un funeral con mi nombre por cada año que pasa.

Me has costado cantos de sirenas y no de mar, un aborto sin existencia de feto, y a mi madre abrazándome.

Me has costado un escupitajo en la cara, una penetración obligada y una brecha en la frente.

Me has costado miedo a rehacerme, perdida de creencias como el amor, y de valores como entender que decir la verdad siempre es una buena opción, no trás tu bofetada.

Me has costado esto y más y me sigues costando porque tengo que recordar todo lo malo para no volver.

Me has costado y sigo pagando deudas.
Si el río suena agua lleva.
Quien calla, otorga y quien avisa no es traidor.
Perro labrador poco mordedor y el del Hortelano ni come ni deja comer.
Más vale malo conocido que bueno por conocer y prevenir que curar.
A amor mal correspondido ausencia y olvido y acuestate con niños y amaneceras mojado.
El lado bueno de las cosas es verte desayunar en bragas por las mañanas después de hacerte la remolona suplicando mimos, lo demás es una mierda.
Estancada como quien pretende llegar al mar nadando en un estanco.
Optimista como quien empieza algo sin terminar lo anterior y todo se le acumula.
Dicen que cuando una puerta se cierra otra se abre pero tú siempre fuiste de corrientes fuertes.
Ambigua como quien tiene derecho a elegir y se autoproclama caballito blanco.
Altanera como quien se pone tacones porque está hasta el cuello y no porque le espere una fiesta.
Trastornada como quien colecciona cucarachas, esperando a que se transformen en mariposas, por no sacar la basura, como quien vive con el Síndrome de Diógenes y piensa que con ventilar es suficiente.
Aprendí del amor comiendo asfalto, con el suicido en las pestañas y el vértigo en las pupilas.
Me dicen que no me aferre al pasado y le abrazo más que a mi madre.
Caída libre y yo eligiendo saltar, agarro la soga pero solo porque así ahoga.
Respiración entrecortada por un llanto hiperventilado, el viento en el precipicio sopla el doble.
El amor siempre cae en 8 de febrero.
El amor siempre cae, en picado.

Me quedo con la chica que me roba los jersey y busca en páginas de poesía lo que a mi no me sale con palabras, la chica con la que hago de cada banco un colchón y con la que ir a practicar el escándalo público en los centros comerciales hasta ser expulsadas, me quedo con la chica con la que voy de la mano y se la meto mientras la sociedad mira extraño y la tercera edad susurra como si aún estuviéramos en antaño.
Me quedo con la chica que me vacia la despensa y el frigorífico pero me lo paga con un croquis en el sofá lleno de caricias y algún que otro café, con la que se la juega con un "te quiero" aún sabiendo que yo no creo en el amor.
Me quedo con la chica que ha conseguido que vaya a urgencias como acompañante y no como paciente, la chica con la que si algo sale mal tengo una recompensa de 23:59.
Me quedo con la chica que se pega más a las sábanas reclamando mimos que yo sueño, con la que se ha atrevido conmigo después de ser locura, desastre, y caso perdido.
Me quedo con la chica que marea a todo el mundo con el fin de pasar la resaca en mi cama, con la chica que se cree graciosa contando chistes de mierda pero ¡Oye, que sonrisas ya me saca!
(Me quedo con la chica y punto, porque a fin de cuentas tú solo tienes una polla que ni siquiera sabes utilizar, un triste miembro con el que no sabes complacer.)
Me quedo con la chica de la coleta y la sonrisa de oreja a oreja, con la que se presentó como "La bomba" y me acabo estallando sin apenas darme cuenta.
Que lo intentas, te juro que lo intentas y no tienes ganas de nada y no sabes muy bien porque y te esperan los platos para fregar y la habitación por recoger y tienes cosas que hacer y lo intentas, y te metes a la ducha para limpiarse toda esa congoja que sabes que te está esperando y sales como puedes, te secas el pelo pensando que ya está que ya ha pasado, te maquillas porque te están esperando y ya llegas tarde, te vistes y de repente ¡PUM! Las fuerzas te fallan y tu rimmel empieza a correrse pero aguantas porque intentas salir del bucle y estás siguiendo los pasos adecuados y te pones las zapatillas hasta que tu madre se preocupa por el rimmel de tus mejillas y ¡PUM! Pero lo intentas, te juro que lo intentas hasta que ya es tarde pues te ha pillado el chunami de tus adentros. Y te tiras en el sofá y piensas que lo sola que estás aunque te estén esperando ahí fuera y tengas más de tres llamadas, y te levantas para buscar compañía en las pastillas que dejaste hace tres meses y de camino no puedes evitar meterte en la cama y taparte entera porque no quieres saber nada de lo que está pasando ahí fuera.
Pero lo intentas, te juro que lo intentas.