sábado, 5 de diciembre de 2015

Camarero.





Cuando piensas que pedir deseos es igual de absurdo que querer conquistar a un camarero, de esos que deberían de cobrar su sonrisa, cuando piensas que todo es absurdo pero te la juegas, vas a la barra pides un té con un quiero subliminal y todo cambia. Se acerca, te mira, lo desordena todo y luego se va dejándote sola con el caos, es en ese momento cuando te das cuenta de que su insomnio a enamorado a tus ojeras, porque desde entonces, sueñas todas las noches con ser su Morena Mía de Miguel Bosé. Cuando piensas que el romanticismo a muerto, aparece alguien que te invita a un café en vez de a un par de cervezas y te das cuenta de que somos unos infelices hasta que llega alguien y lo jode todo y no al reves.  Siempre supe que cada bar tiene el nombre de una cita y desde entonces me gusta el café para dos pero solo contigo, casi tanto, como cuando no quieres sonreír y sin querer sonríes. No hablo de medias naranjas hablo de que un corazón roto encaje con tus roturas. Aunque eso no quite que yo sea lo que ninguna madre desee para su hijo y tú seas más difícil que el libro de adivinanzas de Gloria Fuertes que me leía mi madre, cuando era pequeña, antes de dormir. No se como lo haces, como lo consigues, eso de acelerarme el corazón más que la cafeína, ni porque mientras los demás me miran y me preguntan por la cicatriz de la frente del labio o barbilla, tu me mira a los ojos a pesar de todo. Saberse los puntos débiles de la otra persona es jugar con ventaja y tu me desnudaste demasiado rápido el corazón aún sabiendo que con el frío que está haciendo tengo muchas probabilidades de coger un costipado sentimental.  Dicen que si pasan frío por amor, merece la pena, yo digo que si es capaz de tomarse un café guarro por ti, te quiere. Quiero pensar que cuando viajas al futuro por unos instantes dejándome a mi en el presente es porque sabes que también me encontraras allí, en tu futuro, y no que te iras como tu perfume impregnado en mi ropa a lo largo de los días. 

Recuerdo tus palabras: 
"No pido que te enamores, tampoco que no lo hagas."

Yo te digo, que no es casualidad, que camarero, cámara y cama sean una serie de elementos en un orden de palabras que mis pupilas en forma de corazón describen en una palabra:
Tú.



Tuve un parón en mi vida, tú un aceleron. De ahí los eclipses. De ahí tu y yo. Conclusión: Nosotros.






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