jueves, 14 de enero de 2016

Fue mi dulce noviembre, octubre y diciembre. Le entregué mi verdad y con ella mi corazón hecho trizas pero en proceso de recuperación. Luego digo que, que ingenuos son los que creen en los "Parasiempre" pero yo también no se que cojones hago dando mi corazón a un gamer. Finalmente su partida, en los dos significados, me destrozó.

Él pensaba las cosas dos veces para no equivocarse, yo como siempre, hacía lo que sentía sin pensar a pesar de equivocarme, siempre he pensado que lo que se piensa dos veces huele a políticamente correcto y equivocarse a puro sentimiento. Él iba con dos dedos de frente y a mi con uno en medio me sobraba. Él era equilibrio yo era inestabilidad, entonces descubrí que, que te hagan sentir en el cielo o en el infierno es demasiado fácil, que lo difícil es que te hagan sentir en el puto planeta tierra.

Resumiendo:
Yo le enseñé lo que era el presente y él me presentó a la realidad. 

Le reté a 365 cafés y le parecían pocos, pero que todavía faltan 365 cafés. Me hablaba de futuro y yo me acojonaba de tal manera que hacía oídos sordos a promesas de esas que nunca se cumplen pero que suenan mejor que tu canción favorita. Me dije a mi misma, no te creas nada de una boca enamorada, y la gilipollas de mi se enamoró de esa boca aún sin creerlo. No había día que no pisara un bar en concreto como ese alcohólico que sabe donde ponen el último trago de altas horas de la madrugada. Así iba yo, mendigando sus besos sin techo.

Hasta que cerraron el bar, donde ponen los últimos tragos, por precaución a los adictos a su boca media hora antes de mi llegada y no volví a dejar mi carmín en su copa.

¡ Joder, que hasta le dibuje corazones en la espalda !

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