martes, 1 de septiembre de 2015

 

Cuando otros veían los problemas entonces a mi me entraba la ceguera, cuanto más magnifica decían que era, menos me valoraba, donde lo tenía todo lo abandoné por la nada, y que le vamos a hacer si todos hemos tenido un toque a Amy winehouse en nuestra vida. Que todos vean mi habitación igual de desordenada que mi cabeza, pero que yo lo encuentre todo, que yo me entienda. Dejarme llevar por los impulsos y dejarme llevar a secas, hasta consumirme a mi por no tener crack en la mesita de al lado de la cama, donde declaré mi amor al hombre que me partió el corazón todas las veces que pudo y aún así le deje que me pegara los trozos una y otra vez. El mismo que me sigue diciendo que me quiere, pero nunca sabe hacerlo. Mientras todos aplaudían mi vida, yo la tiraba por la misma alcantarilla donde va la meada de todo un local un sábado a la noche. De mi sufrimiento surgía mi inspiración, a pesar de sufrir más de tres resacas en una noche y no poder ver bien que vendrá por el humo de la habitación. Extrema delgadez para los ojos de los demás, autosuficiente para mis pensamientos. A fin de cuentas ¿Quien no ha cogido el camino fácil a la hora de solucionar un problema, a quien no se le ha desviado el tren en el que iba montado, o quien se ha perdido confiando en la bruj(ul)a? No somos tan diferentes. Todos somos capaces de consumir drogas las 24 horas del día, volvernos unos comedores compulsivos a las mañanas y unos anoréxicos purgativos a las tardes, y para terminar el día unos alcohólicos con muchas fantasías. Pero si de algo no somos capaces es de controlar nuestros sentimientos por eso consumimos amor en base para sentir que tocamos el cielo con nuestros propios dedos sin darnos cuenta de que llegamos al cielo desde debajo de la tierra y morir de amor no es una opción.

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